Entre las preguntas más habituales que seguramente ustedes -como yo- han tenido que responder, está aquella del "porqué", es decir, ¿por qué soy bombero voluntario?
Solidaridad, vocación, temeridad, arrojo, adrenalina exacerbada, herencia familiar, son sólo algunas de las respuestas que, por sí solas o combinadas, forman parte del catastro posible de imaginar ante aquella interrogante.
Pues bien, precisamente pensando en la proximidad de un nuevo Día Nacional del Bombero, me pareció que esa misma pregunta debía ocupar de manera central esta reflexión y saludo, aunque desde luego expresada en términos trascendentes a las legítimas aproximaciones individuales. Así, me parece que el encuentro de esa respuesta compartida sólo puede hacerse en el lugar donde reside la dignidad humana. 
Ante la dignidad del hombre, los bomberos voluntarios somos, en efecto, su doble perspectiva posible. Somos, por una parte, la expresión concreta y actuante del convencimiento de que en cada ser humano de ayer, de hoy y de mañana hay un algo valioso que merece ser protegido. Y, por otra, somos expresión de la voluntad que es capaz de ponernos en marcha para esa protección.
En suma, la dignidad humana es nuestro norte y esa misma dignidad es nuestro fundamento en el servicio.
Por lo tanto, en este Día Nacional del Bombero, consagrado por la ley a realzar a los miles de hombres y mujeres que sirven en los Cuerpos de Bomberos del país, saludo a cada bombera y bombero como encarnaciones de esa dignidad y como respuestas vivas a ese "porqué" inicial.
Esa es la respuesta que ha sostenido la historia de 154 años iniciada en Valparaíso, y esa es también la respuesta que hace de los bomberos voluntarios chilenos una institución permanente del alma de la República.
Hoy, representados todos en Bomberos de Chile, institución que me honro en presidir por la voluntad y confianza de mis camaradas, seguimos perseverando en ser y saber más, y en hacer comprender a este país que servimos que, justamente por nuestra naturaleza institucional permanente, ya no queremos seguir entregados a los avatares propios de recursos eventuales o variables.
En esa perspectiva, nos amparan una misión y una organización a las que sucesivas y preclaras generaciones de
chilenos y chilenas han dado existencia responsable, proba y eficiente. Nos ampara el ejemplo de nuestros fundadores y mártires; nos ampara nuestra perseverancia en la solidaridad, la libertad, la democracia, la autonomía y el buen servicio, como pilares inamovibles de nuestra gestión. Desde esos ideales, somos capaces de asumir todos los desafíos de la modernidad, con una respuesta siempre oportuna, que nos ha otorgado reiteradamente la más alta confianza de nuestros conciudadanos.
Por todo ello, hago de estas líneas una mano amiga y fraterna, la mano de un bombero más como cada uno de ustedes.
Una mano que quiere estrecharse a cada bombera y bombero del país, que quiere ir desde Arica a Puerto Williams e Isla de Pascua, que quiere abarcar también a sus familias, fundamental sustento de la vocación bomberil. Una mano que quiere, en definitiva, hacer de este saludo la evidencia fundamental de que el mundo bomberil no empieza ni termina en los estrechos márgenes de nuestro cuartel, Compañía o Cuerpo.
Bomberos somos todos, somos uno y el mismo ideal, una y la misma armada de mangueras presta para la acción, la misma escala firmemente anclada, la misma disponibilidad para seguir en esta senda, desde y por la dignidad del hombre.
A ese bombero chileno que somos todos, mi afecto, respeto y aliento.
A ese bombero voluntario de la patria, mi deseo de un
¡ feliz Día Nacional !
Octavio Hinzpeter B.
Presidente Nacional
Manuel Woldarsky Gonzalez
Bombero Voluntario
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